Tenemos un héroe. El atípico héroe sin ideales, sin batallas por luchar. No obstante, no deja de buscar a su amada, aunque no sabe quien es.
Se funden los colores y aparece ella, con su proyecto de espiral en la espalda, y su dragón.
Se pasan el humo con los labios.
La espiral crece, pues así lo quiere ella.
Y el dragón, que ya ha entrado en la espiral, sólo puede morir por su propio vómito de fuego.
Y la espiral, que ha entrado en el drágón, lo puede todo.
Y el héroe, que ya no sabe a dónde huir, lucha.
Y los que observan, desde su palco de espiral, no pueden parar de reir.
Si aceptas un consejo, reune ilusión y no la pierdas.