domingo, 10 de octubre de 2010

1,2,3 probando ey si si

Supongo que la segunda entrada será la primera de verdad, en la que haré una declaración de principios cual constitución de EEUU y expondré los motivos por los que esto ha sido creado. Hoy simplemente es un poco tarde y no tengo mucha creatividad, y de tenerla estaría escribiendo esa carta de mi amigo Otto, para la persona que desea recibirla. Lo que sigue es algo que escribí hace un tiempo ya, una especie de diario en tiempo real de un tipo interesante. Por aquel entonces, yo sólo le pasaba mis textos a una persona, intentando que eso fuera algo especial. Pero no duró eternamente, y a día de hoy, otras dos personas conocen la existencia de lo siguiente.
Una lástima.
Antes del texto en sí, sólo decir que odio no ser capaz de escribir algo donde no aparezca yo. Supongo que con práctica esto se acaba quitando:

Los cascos no funcionan. Quizá suene triste que me preocupe más por los cascos que por quien me los regaló, pero aunque suene típico hoy en día, yo no puedo vivir sin música. Creo que estoy torturándome inútilmente, si no tengo música no quiero estar aquí, cogeré el siguiente. Definitivamente hoy no debí levantarme.

Me despierto, la hora es la adecuada podría decirse. Adecuada para qué, no lo sé.Leo un par de cartas antiguas de alguien que es como si estuviera muerto. Las leo para… para ver que obviamente, la gente es muy capaz de crear una mentira tan perfecta como para servirle de modo de vida. Salgo de casa. Va a ser lo de siempre, pero siempre distinto. Ruido de cremallera. Pruebo los cascos. Funcionan. No tengo a quien dar las gracias, pero se me dibuja una sonrisa. Hoy va a estar bien .Llego allí. Ha llegado uno, pero pasarán más. Siempre me quejaba de su impuntualidad cuando los usaba con otros fines, pero ahora es irrelevante y si se me permite, a veces es una espera…deliciosa.

Se me hace de noche, no diré que no me he dado cuenta, pero realmente ha sido algo vacío el intervalo. Cojo el último. Al menos, la música me recuerda que algo cambió.

Al principio me encantaba, pero cuando no puedo escribir sobre ello, deja de interesarme. La historia era complicada, lo reconozco, pero me ha derrotado totalmente. Creo que he pecado de mediocre ambicioso, no he sabido desarrollarlo. Por un momento me paro a pensar en escribir en ese… ¿lugar? No sé por qué, pero lo encuentro estúpido.

Sudo. Todo está oscuro. Me he movido en sueños, y captar la habitación desde otro punto de vista me deja a medias aturdido, a medias reconfortado. No miro la hora, y consigo quedarme en blanco lo suficiente como para dormirme.

“Aun te preguntas por qué no se me oye al hablar”.Joder, con lo ilusionado que me tenía esa idea, y casi no pasé de ahí.Me siento en el banco. La corsetería está cerrada, y no por vacaciones. Me ve un antiguo profesor, pero no me reconoce o no quiere hacerlo. En mi cabeza, la música hace mudos a los transeúntes. Yo les pongo las voces y vidas que me apetece. A veces en orden, a veces a la vez. Llega en un momento en el que no sé si soy capaz de controlarlo. Salgo de ahí, me da algo de miedo. Miro a ambos lados y sólo veo un par de bultos con bufandas que se alejan.Parece que a veces, viene bien cambiar de sitio.

Tuve que saltar una tapia. No lo hacía desde hacía muchos años, y ha causado en mí un efecto digno de analizar. Me ha sentado muy bien, ver que aun me quedan fuerzas para eso. Esa tapia ha sido el mejor regalo que he tenido en mucho tiempo.
Llego tarde, ni siquiera puedo coger el último. Me pregunto si alguien me habrá echado en falta allí. Lo que es seguro es que hoy camino el doble.

“Caerse esta permitido, levantarse es obligatorio”, reza una pintada que una persona ha colocado en mi camino hacia la parada. Pienso que lo ha hecho por mi bien. Que es alguien que me ve allí. Que sabe que camino, me siento, observo, y espero. Que sabe, con lo prosaico que queda, que espero a alguien que nunca vendrá. Que quiere encontrarse conmigo.Corro. Llego a la parada. Hay caras nuevas, y las paso de largo. Examino a los habituales. Estoy buscando a la persona que me tiene que sacar del pozo. Reflexiono. En mi mente recuerdo segundo a segundo los últimos 20 minutos. Creo que estoy loco, pero al menos me he dado cuenta. Me salta una lágrima. Miro a la fuente. Aquí estoy de más. Cruzo los brazos por delante de mi cabeza. Así solo llorare para mí. Hoy he abandonado.

Me ha visto y yo a él, con lo que no puede evitar al menos saludar. Viene a donde estoy sentado. Lo primero que me dice es que no ha podido devolverme el dinero tal y como me prometió, pero que para el mes siguiente lo hará sin falta. Ya ni me molesto en decirle que no importa, que no tiene que explicarme nada, porque él no lo entiende. No entiende que no quiero que me hable de dinero. Pero no le culpo. Está centrado en eso, o más bien, todo gira alrededor de ese centro para él. Tiene que pagar comida. No eligió esa vida, lo hizo porque creía que era lo correcto, y paga las consecuencias. Pero está claro que el asunto me cabrea, pues estoy necesitado de novedades, no quiero encontrarme con alguien para esto.Necesito novedades.

Hoy estará bien. Veo una película, y después de vivir por un rato la vida de otro, salgo a la calle. Está atardeciendo, el cielo está rojo y hay un poco de viento. Pienso que este momento, puede salvar vidas. Levantarse es obligatorio, me parece una buena disciplina. En realidad siempre he sido capaz de adaptarme a todo, tan sólo tengo que perder un poco de dignidad para que todo fluya.

Ya es por la tarde, y hace un día que a mucha gente le encanta, ni una nube, mucha luz en las calles y una brisa que hace soportable el calor. Decido disfrutarlo yo también. Voy a la parada. No he mirado la pintada por el camino. Llega uno, y subo. Me quito los cascos. Oigo una conversación. Un chico y una chica, más mayor que él. El chico le ha preguntado que si ella da dinero a los pobres. La chica le cuenta que no, que sólo les da comida, porque lo otro pueden gastarlo en drogas. El chico no entiende lo que dice. Dice que cree que hay que dar lo que piden, que no importa si lo gastan en droga, en mortadela o en bonos del estado. Dar lo que tú quieres dar no le sirve al que pide, le dice. Ella le dice que la comida no hace daño y la droga sí, y él divaga un poco, habla de colesterol y de pasar el mono. La chica ha perdido el empuje que tenía al principio de la conversación, y se rinde ante alguien a quien considera más inteligente. El chico tiene la última palabra, y dice que todo el mundo es egoísta, incluso cuando ayuda a los demás. Dice que todo se mueve por interés, y que simplemente hay gente que es plenamente satisfecha si ayuda a los demás, pero eso no quiere decir que los demás le importen.Me bajo en mi parada. Hay un pequeño banco de piedra, circular, que tiene dentro una jardinera. Me encanta saltar en un punto del círculo, rodearlo, extender mis brazos y saltar en otro punto del círculo y seguir mi camino.

Conversación estúpida en la parada, donde menos la necesito. Lloriquea sobre una situación que ella misma puede arreglar. Me canso de decirle cuatro frases estándar, esta claro que algo falla, y que ya es hora de decir un consejo de verdad. Sé que voy a hacer que llore, quizá no lo hará en este momento, pero lo hará por mi culpa. Me quedo con la boca a medio abrir. Prefiero ser un héroe, y evitar un llanto. Le digo lo que quiere oír y elogia mi prosa. Me lamento, estuve a punto de hacer algo grande, y he elegido un camino demasiado fácil. Su novio viene a recogerla. El ruido de su moto no es tan desagradable como el de su voz.

He llegado, y alguien me clava los ojos. Desconfío. Viene hacia mí. Esto es novedad. Dice que no es ni un habitual, ni una cara nueva. Dice que sabe que la espera es irrelevante y deliciosa. Se atreve a decir que es como yo, que me ha observado. Sabe lo que hago en la parada. “Caerse esta permitido, levantarse es obligatorio” es lo primero que digo. Sólo podía realizar esa prueba. Se queda callada un momento. Me dice que soy tan interesante como parezco. Casi se desmaya porque cree que semejante frase ha sido fruto de un momento mágico entre ella y yo. Nunca volveré a pronunciarla. Por muchos motivos. Sobretodo decepción y respeto. Me pide permiso para acompañarme. Le digo que una cosa es la compañía y otra el instrumento, y me largo. Creo que los dos nos hemos hundido, pero sin duda ella saldrá a flote.

Estoy metido en una pelea. Son sólo dos, pienso. Querían dinero. Yo no es que lleve mucho encima, pero desde luego hoy no estoy de humor. No estoy de humor para aguantarme tres semanas día tras día, porque no hice algo, porque me quedé quieto, porque me pisaron, y porque lo hicieron gracias a mí. Sería demasiado autodestructivo. Mierda, ojalá siempre hubiera pensado esto antes de dejar que otros me arruinaran la existencia. Querían dinero. Uno me ha pegado, pero gracias a mi humor, no me han intimidado con el primer golpe. A gran velocidad hago un juicio ético. Probablemente no es su primer asalto a ciudadanos indefensos y solitarios. Querían dinero. Son sólo dos. Me preocupa más aguantarme tres semanas que mi integridad física. Pienso que está ya todo expuesto. Sólo son dos, y yo estoy loco. Antes de mirarles a los ojos, me acuerdo de la tapia. No tengo a quien dar las gracias, pero se me dibuja una sonrisa. Es la primera vez en mi vida que puedo romper mis huesos contra quien yo quiero, en el momento que yo quiero. Tiro a uno al suelo, y al otro se le apaga la risa. Se ha oído un ruido demasiado fuerte. El otro no acierta a golpearme, y mis manos van directas a su cuello. Recibo un golpe en el costado. No son sólo dos. Decido, o alguien lo hace por mí, que no es hora de caer. Estoy bastante impresionado conmigo mismo, y continúo. Hoy seguro que me miran en la parada. Si es que llego a coger el último.


Me lamento bastante, porque no tengo a quien decirle que la película que he visto tiene un guión tan intenso que llegaría a ser la mejor novela de este siglo, pero los pésimos actores la han destrozado. Pienso que puedo aplicarlo a muchas cosas.

Escribo sobre alguien que ha sufrido amnesia. Su anterior yo, ocultó su pasado y le dejó el terreno liso, inmaculado, para que no cometa errores. Ha revivido, y tiene un manual de instrucciones para ser feliz. Y lo aprovecha.

En el autobús, un niño de 8 años sentado frente a su abuela le dice que le cambia el sitio, para que ella no se maree. Me pregunto si ese niño estará en el saco de los que son plenamente satisfechos si ayudan a los demás, pero para su propia satisfacción. A partir de ahora voy a sentarme frente a los demás, siempre me pongo tras ellos.

Realmente es muy buena actriz. Me ha soltado un discurso de amor y nostalgia demasiado largo y profundo para haber sido memorizado. No he dicho más que monosílabos. Sabe que guardo sus cartas. Me pregunta qué me ocurrió en la cara. Le digo que me han roto el corazón, y ella hace una caída de ojos de oscar. Se refería a las heridas. Me dice, que todo cambia. Mi mano va hacia su mejilla. Sonríe. Sabe de su poder. Le susurro al oído. Le digo que al menos, me ha dicho una verdad. Me doy la vuelta, y el atardecer salva una vida.


Es poco creíble. Nunca lo había hecho, y pienso que fui muy estúpido para no darme cuenta. Pero me insulto poco, porque estoy totalmente absorbido. Los reflejos. Los reflejos de los cristales en el autobús. Es maravilloso. Estoy atrapando miradas. Algunos ni si quiera se dan cuenta de que les estoy mirando. Otros dudan si lo hago. Pero hay momentos. Aun no puedo describirlo, pero lo haré. Y el camino para ello no será un fondo negro con cristales rotos. No. Mañana, sin duda, escribiré desde aquí. Sería una tontería no hacerlo. Estoy muy contento. Hoy me he encontrado con algo único, y lo voy a aprovechar. Alguien me da las gracias, y yo sonrío.