La fachada religiosa del centro se encargaba de organizar una campaña al año para los niños de algún país tercermundista. Los alumnos se iban a su casa con un pequeño sobre en el que no cabría una poesía, para traerlo al día siguiente con una cantidad no determinada de dinero. Bucher se quedó con la mitad de lo que sus padres metieron en el sobre, robando así a su familia, a los curas y a una serie de personas desfavorecidas que nunca llegaría a conocer. Sólo se lo contó a Evelyn, necia como el resto de necios que se conjuran siempre contra los auténticos genios.
Intoxicated with the madness, I'm in love with my sadness.
Lamento haber creado expectativas, estoy en una hora bastante negra, me voy a la cama.