jueves, 18 de noviembre de 2010

La noche del tabique de Sandra

De haber tenido blog cuando ocurrió, lo habría relatado como buenamente pudiera (ya que lo hice por MSN), así que ahí va en el día de hoy. Gracias psicosomáticas a la falta de Ziprexa y a mi nuevo amigo, el Vandral Retard 75. La sugestión, o la cortina de humo más bien, tiene algún efecto. Ah, y Devildriver suena de fondo, como si me estuvieran pagando por escribir.

El verano acababa de empezar en León, y la gente aun no se había acostumbrado a no tener frío. La primavera allí siempre es traicionera en cuanto al clima se refiere, y ese año no había sido distinto. Así pues, era el momento idóneo para vestirse como a mí más me gusta: de corto y de largo, generalmente pantalones por debajo de la rodilla y camiseta de manga larga o prenda más gruesa por arriba.

Según la propia Eva Real, es relativamente normal tener recuerdos difusos y mezclar acontecimientos, o cambiarlos de orden, en los pacientes con cuadros depresivos, así que en vez de dar una fecha...diré que tenía más granos y menos bigote. Tampoco había sentido el afán de superación al salir a correr, ni me habían diagnosticado nada. Es decir, Miles to go, and skies to fly.

El principio del fin (¡qué fácil es ser catastrófico!) tuvo lugar a escasos metros de la casa de mi madre. Haydée, cuyo nombre habré escrito mal, venía a buscarme en el coche de su progenitora para comenzar a beber prontito, como debe de ser. Se retrasaba el automóvil, y no tardé en pensar en lo a gusto que estaría leyendo toda la noche, digamos, algo de Espido Freire. La nombro porque me hace gracia su motivo para no firmar como "Laura": suena a tienda de bragas.

Quince minutos bajo el letrero de Bowling Zool, y estaba en el coche. "Mamá, este es Muñe; Muñe, esta es Mamá". "Hola Mamá, en realidad me llamo Sergio", dije yo. Mamá nos llevaba a buscar al novio de Haydée, un mastodonte carismático. Tras recoger al gañán, nos dirigimos al punto de encuentro con el resto de elementos, a los que yo no conocía. Pero bueno, ¿a quién le importa cuando te van a dar de beber gratis? Quién me ha visto y quién me ve...

Las horas tempranas de la noche se iban desarrollando con total normalidad. Ellos hablaban de temas en los que yo no tenía nada que decir, me servían alcohol, y miraba a las estrellas. Mandé un SMS a Bea diciéndole que me encantaba el cielo en ese momento, y poco más. Para integrarme, le dije a un tipo con una sudadera de Iron Maiden que fuéramos a algún bar en el que nos pusieran música de ellos. Me confesó que aunque llevaba ropa con su nombre, no le gustaba el grupo.

Entre alguna queja y llanto sordo, decidimos ir a lo que antes se conocía como Seattle (no porque pusieran mucho Grunge), que había cambiado de barman, de nombre y de estética, con fotos de motos tipo Harley Davidson por la pared. Algún chupito y drogas blandas después, nos catapultábamos del sitio en busca de emociones más fuertes.

Haydée me dejaba tirado y se iba a casa con su novio, con lo que yo me quedaba con un par de poli toxicómanos. A partir de ahí, la cosa fue considerablemente a peor. Un punkie muy gordo y grande intentó comenzar una pelea conmigo mientras hablaba con la recién encontrada Sandra.

Esta chica era la típica de la que estás "enamorado" en secreto desde niño en el colegio, con la que había tenido cero contacto durante años. Cuando empezó a fumar, no lo consideré algo seductor. Marineta es atractiva con un cigarro, ver a Sandra fumando...no hacía que el suelo se rompiera por la mitad, pero lo que ya os iréis oliendo, sí.

Mis compinches y yo habíamos ido a pillar Speed (a partir de entonces, ya sabía qué decir cuando los yonkie aleatorios me preguntaban por material por la zona debido a mis pintas de tirado). Sandra se unió a la fiesta de la espuma, y allí estábamos todos junto con un perro flauta al azar, en el baño de un bar llamado El duende. Vaya cuadro.

Podía haberme quedado fuera con el dueño de la cartera sobre la que se estaban haciendo las rayas, pero no, tenía que llegar hasta el final y contemplar cómo esnifaba Sandra. Supongo que en ese momento ya era bastante estúpido y masoquista. El caso es que algo dentro de mí se jodió esa noche, o vio en ese hecho la oportunidad para decir "hey, te voy a hundir, y no te soltaré nunca".

Redactar esto, por no decir vomitar, me ha dejado más cansado de lo que creía. Lo que pasó después fue que me sangró la nariz, aun siendo yo el único que no se había metido nada. Más tarde, me cogí del brazo de una chica de ojos claros, amenacé a un moscón que la acosaba, y unos porteros de un after me separaron de ella sin que le importara mucho entrar al local sin mí. Rompí algún vaso y pegué a un contenedor, de camino a casa. Si me hubiera puesto pantalones largos, la noche habría podido seguir con ella, pero vamos, que no había nada que rascar.

Lamento si no hay demasiada emoción, o si la trama no ha quedado muy bien. Como he dicho, me he cansado.

Chao.